La crisis medioambiental como riesgo financiero

En Addem Capital estamos convencidos de que las inversiones tienen el poder de impulsar proyectos y, con ello, amplificar su impacto, ya sea positivo o negativo. Por eso, en cada decisión de inversión consideramos indispensable evaluar el cambio que puede generar en el entorno donde se coloca el capital. Desde nuestro rol dentro del sistema financiero, hemos comenzado a incorporar criterios ESG en nuestro proceso de análisis para consolidar un portafolio que refleje el futuro que queremos para el mundo. Lo hacemos convencidos de que el sistema financiero está profundamente entrelazado con otros sistemas y de que nuestras inversiones deben alinearse con una visión de futuro más resiliente, responsable y regenerativa.

La crisis medioambiental no es un fenómeno separado de la economía. Por el contrario, el sistema económico y el sistema natural comparten múltiples puntos de encuentro. La estabilidad de los mercados depende en buena medida de la estabilidad de los ecosistemas. Fenómenos como los desastres naturales, la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo o el agotamiento de recursos, generan disrupciones en cadenas de suministro, incrementan los costos operativos de las empresas y afectan el valor de los activos. Identificar estas relaciones es fundamental para tomar acción como inversionistas. No se trata de una postura idealista, sino de una estrategia con visión de largo plazo.

Desde el ámbito financiero, la crisis medioambiental genera dos tipos principales de riesgos: físicos y de transición.

Los riesgos físicos están relacionados con los impactos directos del cambio climático. Una sequía prolongada puede afectar la producción agrícola y comprometer la continuidad de sectores clave; un desastre natural puede dañar infraestructura al punto de provocar la pérdida total de un activo o afectar seriamente sectores como el asegurador. Estos riesgos tienden a intensificarse conforme avanza la crisis ambiental. Una muestra clara de ello es el desabasto de agua en diversas ciudades del mundo, que frena o incluso revierte su desarrollo económico.

Por otro lado, los riesgos de transición surgen a partir de los cambios regulatorios, tecnológicos, económicos y sociales que acompañan el proceso de descarbonización, impulsado a nivel global desde hace décadas e intensificado por hitos como el Acuerdo de París en 2015. Nuevas políticas públicas, impuestos al carbono, innovaciones tecnológicas y cambios en las preferencias de consumo implican desafíos relevantes para las empresas, que van desde lo reputacional hasta la necesidad de replantear sus modelos de negocio. 

Independientemente del tamaño del capital gestionado, existen marcos de acción que permiten orientar las inversiones hacia prácticas más sostenibles. Uno de ellos es el propuesto por Credit Suisse, que identifica cuatro aproximaciones para evaluar decisiones de inversión en función de su relación con criterios de sostenibilidad:

  • Exclusión: consiste en descartar inversiones en sectores significativamente involucrados con las causas de la crisis medioambiental. Por ejemplo, excluir empresas dedicadas a la producción de carbón como fuente energética.

  • Integración: incorpora factores ESG en la toma de decisiones, reconociendo su influencia en la rentabilidad y resiliencia de los activos. Estas estrategias se centran en cómo aprovechar dichos factores para lograr mejores rendimientos. 

  • Temática: prioriza inversiones en empresas o estrategias alineadas con uno o más Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS), enfocándose en desafíos específicos de sostenibilidad, sin renunciar a rendimientos de mercado.

  • Impacto: va un paso más allá, invirtiendo de forma explícita e intencional en proyectos que contribuyen activamente al cumplimiento de los ODS.

Este marco actúa como una brújula que orienta las decisiones de inversión hacia un futuro más sostenible. Como este, existen otros que persiguen el mismo fin. No se trata de una labor filantrópica, sino de una lógica estratégica que cada vez se vuelve más evidente dentro del sistema financiero (Credit Suisse, Sustainable Investment Framework).

Hoy más que nunca, invertir implica reconocer que cada decisión financiera genera un impacto. En Addem Capital creemos en una forma de inversión que combina rentabilidad con responsabilidad, estrategia con permanencia. La crisis medioambiental nos interpela a todos, pero es especialmente relevante para quienes gestionamos capital, sin importar su escala. Asumir nuestra parte en esta responsabilidad colectiva es comprender que las inversiones de hoy construyen el mundo del mañana.

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